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Estampillas
“LA RETIRADA”
Primer Lugar del Segundo Nivel
Autor: Daniela Hinostroza Cuzat
Edad: 13 años.
Colegio: Escuela Básica “Santa Fe” E-937
Curso: Octavo año Educación Básica
Comuna:
Región: Octava del Bío- Bío.
* * *

¡¡No!! Incendio.
Según los vecinos de ese sector, fue lo único que se escuchó esa mañana, la del último incendio, que hemos registrado hasta ahora. Si no mal recuerdo, he estado más de 20 años en este servicio, el de apagar incendio, o sea, soy un bombero.
Estoy triste porque ya no estoy para esta labor; me siento cansado y muy viejo, estoy pensando en retirarme aunque me duele mucho, porque desde pequeño soñé con ser un gran bombero, lo recuerdo tan claro como si hubiese sido ayer.

Mi padre decía: “los bomberos son los seres más nobles, yo les debo mi vida y la tuya pequeño, nunca lo olvides”. Yo me sentaba en sus rodillas y recordaba el día en que mi casa fue consumida por un incendio y que si no hubieran estado allí, no estaría contando esto, les debo mi vida. Desde ese día quise combatir esas llamas, que parecen bellas, pero sólo es un engaño.
Aparte de ser bombero soy carpintero, trabajo en una mueblería, no me pagan muy bien, pero soy feliz y no me falta nada. Estoy desde las 8:30 hrs. a las 17:00 hrs., después voy a lo que me gusta, a la Compañía de Bomberos, ahí estoy casi todos los días, no me gusta faltar, pero a veces lo hago por motivos de trabajo.

En la Compañía somos pocos, pero cada uno vale por cinco, así que rendimos mucho más.
Yo soy el más viejo, pero con más experiencia, De todo el tiempo que he estado aquí, nunca vi tanto valor, como en Roberto, quien llego hace dos meses y sí que ha demostrado ser grande, muy grande, como por ejemplo: En un incendio había un bebé, a quien nadie se atrevía a salvar por miedo a morir, y cuando llegamos en el carro, mientras tratábamos de apagar el incendio, Roberto “El Grande”, como es que ahora le dicen, entró y salvo al bebé sin ningún rasguño ni quemaduras. Por eso me he encariñado tanto con él, es uno de los motivos por los cuales me duele dejar la Compañía.

Mario, ¡ay! Mario es tan tímido, pero en los momentos de batalla es el que más personalidad tiene. Además, es el que maneja el carro Bomba, junto con José. Cuando no está uno, está el otro.
También están Francisco y Juan quienes son inseparables, tanto así, que si uno va el otro va, si uno no va, el otro no va. Son muy amigos.
Y quién dice que las labores de hombres no las pueden hacer las mujeres, yo no lo veo así. Andrea es la única mujer del grupo y todos la quieren y la respetan mucho, es la persona que se encarga de ayudarnos en los problemas, nos da consejos, es muy inteligente,
pero no es eso su trabajo, ella también, al igual que todos, va a terreno o sea al lugar de los hechos, donde ocurren los incendios o accidentes, y lo hace mejor que cualquiera de nosotros, solo que nadie lo dice, porque ninguno quiere que una mujer sea mejor que ellos.
Bueno, esos son todos mis compañeros y amigos, ellos son como mi familia. A ellos les conté mi decisión, se pusieron muy tristes, pero comprendieron. Creo que en una semana más haré mi retirada.

Mi vida como bombero ha trascurrido en forma variable, hay momentos alegres en los que no hay muchas perdidas, hemos alcanzado a sacar gente y pertenencias, como así momentos difíciles en los que familias completas mueren, otras pierden todo: muebles, autos, casa, comida, todas sus pertenencias. Es ahí cuando nos da nostalgia. Muchas veces las personas nos culpan a nosotros, pero no es así, nosotros llegamos lo más rápido que podemos y hacemos más de lo que se podría lograr. Lamentablemente, la mayoría de los incendios tiene grandes perdidas.
Ya ha pasado casi una semana, mañana tendré que retirarme de lo que me gusta, e iré a despedirme de mis compañeros.

Quiero descansar y pensar en los momentos alegres, como cuando salvamos una casa completa; “fue un milagro”, decían todos, o cuando pasábamos fiestas de fin de año, cumpleaños, Fiestas Patrias, y así entre otras. Me es imposible no recordar los momentos tristes, como la pérdida de mi amigo Alberto, él era un gran bombero, a quien yo quise mucho, fue muy valiente, porque murió en combate según me dijeron. Dio su vida salvando a una niña quien alcanzó salir, pero él no. Me sentí culpable por más de un mes, hasta que una señora que presenció el incendio y el gran acto de Alberto, me contó que antes de que él entrara en la casa dijo: “lo haré por mi gran amigo Luis, quien siempre me aconsejó ser fuerte y valiente es estos momentos” y desde ese día todo cambio para mí, ya no sentía esa culpa que me atormentaba me sentí en paz no quise seguir pensando más. Una lágrima cayó por mis mejillas, la sequé y dejé de pensar.

Ya es tiempo de ir a despedirme de mis amigos, es hora de retirarme. Paso a paso llegué a la compañía, no sabía si abrir la puerta o devolverme, me armé de valor como en los incendios, abrí la puerta y ahí estaban todos: Andrea, Francisco, Juan, Mario, José y Roberto, mis grandes amigos recibiéndome tan gratamente. Me habían hecho una gran fiesta de despedida, me dieron una medalla por mis servicios en la Compañía se había acabado dentro de mi la tristeza, ahora me invadía una gran felicidad, no tanto por las fiesta, ni la medalla, si no que por estar con todos mis amigos, porque me demostraron que no era donde terminaba nuestra amistad, si no que duraría muchos años más.
Volví a mi casa muy feliz y pensé ésta fue la retirada más alegre y bella que se ha hecho en la tierra.
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