Copyright 2015 © Todos los derechos reservados
Web Design PaginasWeb7pro.com
Email de Contacto: antologiabomberil@msn.com
                       
Estampillas
VOLVER A LA BOMBA.

 
Una vez, uno de mis amigos me preguntó, el por que de lo que hago, si acaso me creía un súper hombre o un héroe por lo que hacia, le explique que no, nadie nace siendo un héroe, solo que, hay veces que es así, nada mas, en nuestro caso, cada vez que subimos a nuestro carro y los portones, como las grandes manos de dios, se abren para darnos la salida a salvar vidas y bienes, para impedir que sigan sufriendo mas personas.
 
El entendió que nosotros no hacemos lo que hacemos por gusto, sino por deber, y por vocación, ya que es eso lo que nos motiva a levantarnos a la hora que sea para salir corriendo a salvar vidas. Pero otra pregunta broto de su boca, y antes de poder contestársela, cayeron los tonos de nuestra compañía y raudos corrimos a tomar nuestros equipos para subir, uno en cada puerta, al llamado al que éramos despachados.
 
Camino allá, le digo que me diga la pregunta, mientras la sirena y el claxon  hacían que los autos abrieran el camino para que nosotros podamos avanzar, la pregunta es: ¿A que lugar volverías después de tu muerte? Le respondí que volviendo al cuartel, le daría la respuesta.
 
A unas cuadras, se ve un hongo de humo negro, denso, ancho, dándonos a conocer que seria un trabajo difícil, a mi lado, uno de mis camaradas, y hermano de guardia, con quien hemos batallado tantas veces juntos, me dice que otra vez bailaremos con la fea, pero que como siempre, terminaremos con la bonita de nuestro lado, mientras me coloco la mascara del autónomo, le digo que este siempre alerta y que sea fuerte ante lo que vea y que como siempre, estaré cuidándolo, al mismo tiempo les decía a los demás, que nos veríamos después, sin saber por que les dije eso, algo me trae nervioso.
 
Frenada brusca, almacén deshabitado con subterráneo, todo en llamas,  audaz bajada del carro, pollo de 50, tomo el pitón y como un velocista, corro con mi camarada hacia el interior, antes de llegar, me dan el agua, le digo que vaya y trajera un hacha para abrir y despejarnos el camino, mientras empiezo a sofocar el fuego, vuelve corriendo, entramos, siento un rugido, le digo que no entre y de pronto, veo al frente, un cuerpo de llamas, que quiere abrazar a mi compañero, lo empujo, me coloco entre su camino, y en vez de solo abrazarme, me empuja lejos, hacia un rincón de la pieza, siento un crujido y que empiezo a caer y que todo cae a mi alrededor, todo se apaga. Solo veo ese cuerpo, me dice que es lucifer y me pregunta por que me cruce en su camino, yo le respondí que no permitiría que le hiciera nada malo a mi compañero, y que el haría lo mismo. Enojado con la respuesta, se da media vuelta y me deja solo.
 
De pronto, me veo de pie, al lado de mi compañero, quien esta hincado, con la cabeza en el suelo, siento que llora, y por la misma puerta por la que entre a apagar el fuego, que ya había sido apagado, veo que sacan en una camilla a alguien, me dije, una victima, pero, noto algo familiar, un casco, achurrascado, con un amuleto que se me hace familiar, un cinturón carbonizado, y en el casco, se distinguen unas letras, no lo puedo creer, es mi casco, mi cinturón, soy yo el que esta en esa camilla, pero si estoy aquí de pie, me acerco para cerciorarme bien, y mi asombro solo es superado con la aparición de dos personas detrás mío, vestidos de bomberos  antiguos, me dicen que me calme, que me relaje, y que no olvide el rostro que tiene mi cuerpo en la camilla, un rostro de calma, de relajo, porque salve a quien era mi responsabilidad, y que ahora, esta lamentándose por mi muerte, siento ganas de llorar, pero no puedo, al contrario, estoy sereno, relajado, ellos me invitan a ver que harán con mi cuerpo.
 
Suben a una ambulancia mi cuerpo, me llevan  a un hospital, después lo sacan en un ataúd de madera y me suben a una carroza, mi camarada, va detrás con mi casaca y mi casco, veo su rostro, las lagrimas marcadas en sus mejillas, y, mirando mi casco dice, “No me respondiste la pregunta de hoy en la tarde”. A lo que yo me acerco y le digo a su oído, “Hoy en la guardia sabrás la respuesta”, siento que me escucho, por que giro su cabeza hacia donde estaba yo, sin poder verme, vuelve a mirar al frente y sigue su marcha.
 
De noche, mi cuerpo yace en mi sala de maquinas, arriba, mi cama vacía, solo mi uniforme encima de ella, y mi compañero sin poder convencerse de lo que me paso, junto a los otros dos bomberos, me acerco y me dicen que vaya a conversar con el, que me escuchara y que, quien sabe, me vera, como nos ha pasado a varios con ellos que los veíamos de repente caminando en la guardia, viendo como dormíamos listos para todo. Me siento a los pies de su cama, el se sienta, y sus ojos llenos de asombro y lagrimas me miran fijamente, sus oídos escuchan cada palabra que le digo, “la respuesta es, volvería acá, al cuartel, para poder salir a cada llamado con ustedes, para sentir todos los días la adrenalina que tanto sentí mientras estaba vivo, para hacer lo que a mi mas me gusta, por toda la eternidad.” Veo y siento que se relaja al saber la respuesta, y, antes de despedirme le digo: “Guárdame siempre una cama, porque llegare a dormir como siempre lo hice en mis días”. Así, le doy unas palmadas en su pierna y me voy, despidiéndome de todos los guardianes, quienes sienten mi presencia, camino hasta llegar a la puerta de la guardia, me giro y les digo “Nos veremos siempre, no lo olviden”.
 
Así fue, todos los días, volvía a sentir siempre, el sonido de una copla en el suelo, el autónomo en mi espalda, el aire rebotar en mi cara, lucifer, que hecho fuego me reproche el haber salvado a mi compañero, porque ahora el batalla cada día con mas fuerzas, y ha superado sus expectativas gracias a mi, me maldice por haberme sacrificado. Yo le respondo: “Por si no te has dado cuenta, estoy aquí siempre para ver si Dios me da una nueva oportunidad, para volver a hacer lo que hice antes. Si, así es, me sacrificaría toda la eternidad solo para proteger a mis compañeros e impedir que tu hagas de las tuyas, ellos vendrán a mi lado cuando sea su momento.” Se enfurece y se retira, abatido por mis palabras y por el esfuerzo de mis compañeros. Soy feliz, de verdad, porque sigo aquí, al lado de ustedes, en el carro, en el cuartel, en todos lados, ayudándolos a salvar vidas y bienes, como siempre le hice en vida, ahora lo hago por toda la eternidad, mientras ustedes, poco a poco, se unirán a mi, y a todos los que me acompañan acá arriba, en el Cuartel Eterno.
 
 
 
 
Autor:  Álvaro Huerta Parra, Voluntario de la Primera Compañía del Cuerpo de Bomberos de Maipú, a quien se le agradece su colaboración.
08 de Diciembre de 2006