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Estampillas
Cuerpo de Bomberos de Antofagasta
Una Historia Quintina

 
Disfrutaban de la tertulia después de un ajetreado día de trabajo.  Se habían reunido para conversar de caballos y de la fiesta del circulo de obreros.  Atardecía ya ese día, el sol irradiaba sus últimos rayos; el bullicio sé hacia notar en los almacenes y en la plaza de armas de Antofagasta.
 
Las campanadas de alarma del Cuerpo de Bomberos anunciaban un siniestro, el cielo se teñía con un rojo manchón de dolor.  Viejos tercios de la época como don Luis Pinto Rodríguez, Santiago Nettle, Emilio Rivera y Eduardo Rojas, presurosos se calzaban sus botas, recogían sus blancas toallas y con sus chaquetas de cuero llegaban al cuartel de la Quinta Compañía, con esfuerzo sacaban el “pollo” y con sus manos empuñadas en los fierros corrían calle abajo buscando una columna para atacar el fuego.
 
Compañías de ganchos y escalas ubicaban los elementos para el trabajo de las compañías de agua; batallaban tenazmente con su enemigo voraz, al que lograban dominar después de arduo trabajo… por fin volvían a sus cuarteles con la fatiga enmarcada en sus rostros, pero siempre alegres y aún con fuerzas como para formar en filas y pasar la lista:
        Eduardo Rojas… presente; Emilio Rivera… presente; Santiago Nettle… presente….
  
§ § §
 
Nobles y bellos eran los caballos blancos que tiraban del Angamos, un carro de madera, que por allá, en los comienzos del siglo XX, cumplía su labor eficazmente en la gloriosa Quinta Compañía, gracias a su moderno sistema, para esos entonces, que era accionado por palancas, hacía más rápida la labor de bomberos, revolucionando además el trabajo bomberil en Antofagasta…
 
Cuando había  transcurrido ya un tiempo, en el rostro de aquellos voluntarios que corrían con el “pollo” a cuestas, había aparecido una sonrisa, ahora contaban con un nuevo y hermoso carro a vapor que haría mucho más efectiva su labor para con la comunidad contra el fuego…
 
Vino entonces el carro Broadways, un moderno y efectivo vehículo con un estanque de agua y un potente motor para llevar a los bomberos a donde el fuego diera su pelea; este tipo de carro cambió totalmente el trabajo del bombero, enormes y potentes pitones para dirigir el agua contra el fuego, largas tiras de mangueras con coplas en sus puntas, para unir entre mangueras y con el pitón, gemelos de reluciente bronce. Caminando así al mismo paso que la modernización y crecimiento de la ciudad.
 
El Ford vino a acompañar al Broadways en la batalla contra su voraz enemigo: el fuego.  El material era cada vez más efectivo: un estanque con mayor capacidad de agua; un “Santa Rosa”, efectivo pitón de 2½”; columnas macho y hembra con o sin “cachos” y un potente motor que hacía aún más rápida la llegada a un siniestro.
 
Ya terminaba la década de los setenta y en el año 1979, llegó el Chevrolet, después de tantas aspiraciones y actividades que los quintinos habían realizado: grandes kermesses, rifas, bailes y muchas otras actividades más para alcanzar el valor de este gran carro bomba.  Con su llegada, fue el tiempo de que el Broadways tuviera que partir a descansar de su dura y larga labor, pero siempre con la satisfacción del deber cumplido…
 
Ya a mediados de los ’80, en 1982, una nueva unidad vino a acompañar al Chevrolet, se trataba de un Mercedes Benz de última generación, bautizado con el código de B-5, y el apodo “Meche”  comenzó su lucha contra el fuego, la que hasta el día de hoy no ha concluido. Su estanque de tres mil litros de agua; el Imperial 500, un potente pitón de 70 milímetros de diámetro; su capacidad para unos de 12 voluntarios seguros en su interior y su monitor, dijeron que era tiempo para una nueva generación en contra del fuego.
 
Ahora, casi a fines del siglo XX, en el año 1995, un drástico cambio experimentó la compañía, llegaron dos nuevas unidades: un carro bomba Renault y un furgón Kia adaptado para transportar personal y material de rescate en altura y profundidades. El Renault, un moderno carro que cuenta con un estanque de 2.000 litros de agua y una excelente fuerza de presión en la salida de la misma; y el Kia, un furgón adecuado con luces de emergencia y sirenas, con capacidad para 14 rescatistas y una cúpula para guardar el moderno material de trabajo para rescates en altura y en profundidades, contando además con una camilla tubular para rescates, tabla espinal corta y larga y, otra camilla “Sket”, que es más moderna, flexible para así proteger mayormente al herido.
 
Esto desgraciadamente marcó el tiempo en que el Chevrolet debía partir a descansar de su ardua labor durante tantos años, pero dejando en la memoria de cada quintino, incluyendo a los que solo eran niños, una hermosa imagen del último carro, en nuestra ciudad, de su generación…
 
Hoy, estas tres unidades: el Renault, con código B-5; el Mercedes Benz, código B-55 y el Kia, código X-5, cumplen su labor activamente en el Cuerpo de Bomberos de Antofagasta, específicamente en su Quinta Compañía, la que hoy cuenta con una lista de más de 40 voluntarios activos, algunos que por sus más de cincuenta años de servicio a esta noble causa, ya son voluntarios honorarios. Para cerrar esta pequeña historia bomberil, es importante destacar, que por mucho tiempo, los bomberos se conocieron como los “Caballeros del Fuego”, pero ahora, por lo amplio de su labor, también reciben el titulo de los “Profesionales de la Emergencia”.

 
Nota: Se agradece la colaboración de Sebastián Miranda, Aspirante de la Quinta Compañía del Cuerpo de Bomberos de Antofagasta, quien hizo llegar este material, estrito por su padre Luis Miranda. (8 de febrero de 2005)