SONETOS
De ignoto origen brota, repentina
chispa fatal, que es pronto vasta hoguera;
el edificio envuelve y la ribera
con rojos resplandores ilumina.
En inmensa espiral se arremolina
humo ardiente que sube a la alta esfera,
y entre la noche surge, cual bandera
del exterminio, del espanto y ruina…
Al son de alarma, a la siniestra lumbre,
se oye pasar airosa muchedumbre
en rápido tropel; mientras lejano
se alza también el rumoroso estruendo
del heroico escuadrón que al monstruo horrendo
acude a combatir, el hacha en mano.
El gigante dragón de humo y de llama
su presa traga en la primera hora,
y, más atroz, su rabia destructora
nuevas pavesas y víctimas reclama.
Salta de muro a muro, ruge y brama;
cuanto a su paso encuentra, lo devora;
y en la sombra con lumbre aterradora
brillar se mira su ondulante escena.
Ante sus rojas fauces sibilantes
huyen del dulce hogar despavoridos
viejos, mujeres, pálidos infantes;
cual, por horrenda siempre sorprendidos,
los pájaros del bosque, palpitantes,
dejan medroso sus calientes nidos.
Cuerpo a cuerpo, impertérrito, se abraza
a la hidra de cien lenguas ardientes
que con sus garras y voraces dientes
sus miembros muerde y rompe y atenaza.
Más de su firme arrojo en la coraza
se estrellan sus furores impotentes;
y al fin aplastan sus erguidas frentes
de aquel Alcides la potente maza.
Bravo… con filántropo heroísmo
cima tu has dado a tan sublime empresa,
en esta edad de sórdido egoísmo.
NUMA P. LLONA