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Y destila su cotona,
falta el aire a su garganta,
más siempre firme en su puesto,
atento al clarín con ansia.

Sigue el fuego, crece el humo,
se alzan chispas, llueven brazas,
ya cederán, no hay remedio,
ea, más fuerza, más agua.

Y arden, y arden los escombros;
y entre el humo se destaca
la figura del bombero,
radiante, imponente, impávida.

Victoria, que el fuego cede,
hurra, se apagó la llama,
el deber está cumplido,
alto ya, viva la Patria.

Y vuelve al Cuartel la bomba,
y el bombero a su morada,
donde su esposa y su madre
con tierna inquietud lo aguardan.

Descansa de sus esfuerzos,
y las bendiciones santas
del hermano agradecido
su sueño apacible encantan.

Y al nacer la nueva aurora
más grande el bombero halla;
no recuerda sus fatigas,
ni recompensa aguarda.

Que para estar satisfecho
haber cumplido le basta,
lo que su deber le exige,
y su conciencia le manda...

Jose Antonio Soffía Argomedo
Voluntario Fundador de la Sexta Compañía del Cuerpo de Bomberos de Santiago
"Salvadores y Guardia de la Propiedad"


UN INCENDIO


Se alza la llama siniestra;
incendio, cien voces claman
y de acelerados toques
la vibradora campana.

Sobresaltada, confusa,
la gente se agita, pasa ...
listo, que vuelen las bombas,
que al cielo suben las llamas.

Uniformado el bombero
deja atrás calles y plazas,
pues corre con tal premura
que sus pues parecen alas.

Las bombas rápidas llegan
al punto que el fuego arrasa ...
Alto, que aquí está el peligro,
las escaleras, agua, agua.

Y se añaden las mangueras
y rechina la palanca,
y el intrépido bombero
ágil trepa las escalas.

Hacheros, arriba, arriba,
derribad esa muralla;
adelante zapadores;
bien pitoneros, más agua.

Y cae el agua a torrentes,
y no descansan las hachas;
mirad que el piso de hunde;
eso no importa, agua, agua.

Y acuden los salvadores,
y sobre sus hombros sacan
mujeres despavoridas,
niños por entre las llamas.

Y cunde el incendio, y cunde ...
y ya las fuerzas no bastan;
mentira ... mientras hay fuego,
ningún bombero de cansa.