EL BOMBERO
Cuando el fuego voraz invade airado
el palacio, o la choza del mendigo,
allí acude el bombero entusiasmado,
sacrifica su vida al desgraciado
y de él se torna salvador y amigo.
El bien es su ideal, su ley, su ciencia,
y en la senda del bien marca su paso;
la caridad sublime es su conciencia,
por eso pone a prueba su existencia
luchando con las llamas brazo a brazo.
Suena la voz de alarma, y al instante
corre a auxiliar solícito a su hermano.
Sereno de corazón, forme el semblante,
desafía las llamas arrogante
y las abate al golpe de su mano.
Y es que el bombero en el peligro vive,
y el fuego aterrador es su elemento,
porque la fuerza del dolor concibe,
es la hora de luchar ¿tal vez recibe
el aliento de Dios que hace su aliento?
Gloria alcanza el guerrero en el combate
cuando triunfa y conquista la victoria;
pero el bombero que tenaz se abate,
él, que las llamas a su fuerza abate,
ese también es hijo de la gloria.
El que muere en defensa de su suelo
de héroe conquista el envidiable nombre;
pero el que adora el bien con santo anhelo
y lo practica como manda el cielo,
ese también es héroe, es más que un hombre.
La fama aplaude la sangrienta espada
y se ciega al mirar los oropeles
de los que llaman grandes sin ser nada:
la fama del bombero es más preciada,
tiene él también corona de laureles.