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Estampillas
"El Matrimonio"
PRIMER PREMIO- I NIVEL (7°-8° BASICO)
Claudia Contreras Alvarez
Copiapó (III Región)
"I Concurso Nacional Escolar de Pintura y Cuentos, Bomberos de Chile". 1998

Todavía recuerdo el verano más lindo de nuestras vidas. Mi familia estaba reunida porque mi hermana iba a casarse. Recuerdo que encontré a parientes que no veía en muchos años, o que tal vez no conocía, pero que al verme de nuevo, o por primera vez, se alegraban de verme tan grande.

¡Ya te está alcanzando.- decía a mi madre el tío Carlos- ¿no será que nos estamos volviendo viejos?. La María ya se casa, ¡cuando nomás era una mocosa!. Ahí era cuando mi mamá se apenaba, miraba a maría como a un tesoro que estaba obligada a compartir, y con respecto a mí, aún no asimilaba que estaba creciendo.

Ese día en mi casa hubo alboroto desde temprano. Comenzó a llegar mucha gente y la misma cantidad de regalos, los que aceptaba mi abuela con una sonrisa, sin entender mucho, porque por su edad olvidaba las cosas rápidamente.

Mi hermana estuvo sin hacer nada en todo el día, ni las camas hizo, y todo el trabajo me lo llevé yo. Nunca hice tantas camas y tantos mandados en mi vida, chocando con medio mundo en las escaleras, en el pasillo; un verdadero caos que nadie podía comprender.
 
Recuerdo a mis parientes relucientes, y yo cansada, esperando impacientemente que terminara la ceremonia y comenzara la fiesta. No me avergüenzo de decirlo, porque era una niña, pero estoy segura que muchos de mis parientes ya adultos, querían lo mismo. Las celebraciones en mi familia son muy alegres, y este matrimonio no era la excepción. Mi tío Nacho tocaba la guitarra e interpretaba temas a elección. Comenzó con "La Bamba", la que cantaron y bailaron hasta hartarse, mi tía Luly pidió "La Ventanita", el tío Toño "La Cucaracha", otras que no recuerdo el nombre, y cuando entró la abuela gritando ¡Fuego!, comenzaron a cantar; "Fuego, fuego, cuidado fuego, no me mires ni un ratito más mira que me consumo". ¡No! ¡fuego en la pieza de atrás!. Había un incendio, un corto circuito, un desperfecto eléctrico lo había provocado, según nos enteramos después.
  
Todos corrimos gritando, dos primas se desmayaron del susto, mi mamá histérica, nadie encontraba el teléfono para llamar a los bomberos, y cuando lo encontraron, nadie sabía el número. Pero los bomberos habían llegado. Un vecino les había avisado, y ahí estaban, corriendo de un lugar a otro, con sus mangueras y sus carros bomba.

Yo estaba muy cerca de ellos, nunca he visto a una personas esforzarse tanto por el bien de otras, arriesgando la vida, sin temor a las llamas que pretendían consumir sin piedad nuestra casa. Ahí estaban ellos, hábilmente dominando el incendio.

Nadie imaginó que esa boda iba a terminar de esa manera, con el vestido de novia de mi hermana todo negro, todos los invitados tosiendo y el pastel tostado. Mi familia esa noche sólo se ahumó un poco, pero quedó en ella el recuerdo de esos hombres que Dios hizo valientes, que parecían salidos de un cuento épico y que eran capaces de entregar algo más por los demás.

Después hubo muchos matrimonios en mi familia, y también muchos bomberos. Gracias a Dios no han habido más incendios, pero si hubiera otro ya sabemos con quienes contar: LOS BOMBEROS.