"Reflexión de un espíritu escéptico"
PRIMER PREMIO- II NIVEL (1°-2° MEDIO)
Felipe Villalobos Villalobos
Liceo Pulmahue de La Ligua, Petorca
“II Concurso Nacional Escolar de Pintura y Cuentos, Bomberos de Chile". 1999
Aquella noche del 12 de febrero de 1989, me encontraba en casa sentado en mi sillón, abrumado, solo y triste, tras haber tenido hace poco rato una acalorada discusión con Jorge, mi hermano menor. Realmente me dio pena verlo tan empecinado en su idea de ser bombero, pero traté de explicarle que no puede formar esa iniciativa parte de su vida cotidiana, que había otras cosas que eran importantes, tal como estudiar, tener una profesión con la cual poder subsistir en la vida, sobre todo él que es un chico de apenas de 18 y recién saliendo de la secundaria.
En pocas palabras quisiera decirles que Jorge es un muchacho que le ha costado mucho salir adelante, pues lleva una carga psicológica muy grande; la pérdida de nuestros padres en un voraz incendio, que consumió por completo nuestra antigua casa, cuando apenas tenía 8 años de edad y yo 22 años, ha hecho de él un ser a veces difícil de manejar, con arrebatos sin sentido, y lo que es peor, no me ha permitido que lo lleve a un psicólogo, pues cada vez que lo intento seguro que discutimos como ahora.
Hace muchas horas de que se marchó enfadado, sin decirme nada y llorando; traté de detenerlo, pero mejor decidí dejarlo solo para que reflexionara sobre lo que habíamos discutido. Pasaron no mas de tres horas cuando lo veo aparecer y acercarse a mí, con una expresión en su cara muy distinta a la que acostumbrada a verle en otras discusiones... Algo malo presentía: "Es pata tí", -me dijo, pasándome una hoja de papel doblada. "¿Qué es esto?", -le pregunté algo nervioso y sorprendido. "Léelo y te darás cuenta". Al principio no me imaginaba lo que podía contener ese papelito, más cuando vi a sus pies un bolso grande y negro, me pude dar cuenta de sus intenciones. No me dejó siquiera decirle nada y lo vi que se alejaba; estaba tan sorprendido que no atiné a preguntarle donde iba, hasta que saqué voz de quién sabe donde y le grité "¿A dónde piensas ir a estas horas de la noche?" No me contestó nada, sólo levantó su mano y la agitó en señal de despedida.
Lo vi alejarse en dirección a casa de su polola, Magdalena, lo que me tranquilizó. Luego recibí un llamado telefónico, era Magdalena que llorando me informaba que Jorge pasó por su casa a despedirse, y a poner término a su relación de pololos, pues también se sentía incomprendido por ella; yo le iba a decir que no se preocupara, que pronto iba a reflexionar, pero me colgó sollozando.
Pasaron aproximadamente tres meses sin saber nada de mi hermano, pues llamaba a su polola para preguntarle, sin tener respuesta positiva alguna. Intentaba llamar a la estación de Bomberos, quienes me decían que frecuentaba el cuartel; le pedí por favor al cuartelero que cuando fuera le dijera que necesitaba saber de él. Un día recibí una llamada telefónica, era del Cuartel de Bomberos y nada menos que el cuartelero, diciéndome que le había dado mi recado, y de ahí no lo ha vuelto a ver por el cuartel, solo una nota de renuncia a esa Compañía, pero que cabría la posibilidad que se iría a otra Compañía, fuera de ésta jurisdicción.
Ya desquiciado por la soledad, dejé de alimentarme, y quise idear un plan para suicidarme... ¡Mi hermano no quería nada conmigo! Qué iba hacer yo, sólo, jubilado por mi accidente en la empresa Minera, mi vida dejó de tener sentido. Dejé dado el gas de la cocina y la estufa, subí al segundo piso a mi dormitorio y me encerré con la luz apagada, pensando en mi hermano, esperando que el gas invadiera todos los espacios para bajar nuevamente al living y encontrarme con la muerte, y mis padres; pensaba que la mejor manera de estar con ellos era muriendo de la misma forma en que padecieron.
Pasó algunos minutos cuando de repente sentí que alguien se aproximaba a la casa, seguramente esa persona sintió el olor a gas y llamó a la puerta, era una voz de mujer, que no alcanzaba a distinguir pues me hallaba en un rincón al lado de la escala y prácticamente inconsciente por la acción del gas. Sólo sentía a lo lejos que esa mujer me decía "¡Felipe, Felipe, reaccione, ...ábrame la puerta por favor!". Luego sentí quebrarse un vidrio de una ventana, después unos pasos apresurados con tacones que venían hacia mí... Era Magdalena, quien al ver tan oscuro encendió la luz, después solo sentí una horrible explosión. ¡Dios mío! ¿Qué pasó? Una llamarada se apoderó de toda la casa y de Magdalena nada supe. Traté de buscarla, pero en ese instante una viga envuelta en llamas cayó sobre mí... yo gritaba por ayuda, pero Bomberos había entrado a rescatar a Magdalena.
Luego un bombero se acercó, junto a otros, quienes levantaron la viga, mientras que otro me arrastraba hacia un lugar seguro. Al principio no sabía de quien se trataba, solo lo abracé y le agradecí por haberme salvado de aquella horrible pesadilla, me tomó en sus brazos y me llevó hacia afuera; le pregunté sobre Magdalena y me respondió "¡No te preocupes, hermanito... ya la he salvado, bienvenido a la vida!" Era mi hermano Jorge. Sentí una alegría inmensa al tenerlo frente a mí. Luego me subieron a una ambulancia y me llevaron junto a Magdalena, quién milagrosamente había salido menos lesionada que yo.
Estuve aproximadamente dos meses en el hospital. Mi hermano iba todos los domingos a verme, lo que aprovechamos de conversar sobre nuestra situación; me comentó que los padres de su polola... "¿Tienes nueva polola, hermanito? -le pregunté-. "No" -em respondió-, "lo que pasa es que Magdalena y yo hemos reanudado nuestra relación, más aún con un compromiso más serio". "¡Cuánto me alegro! Magdalena es una buena chica". Y así siguió hablándome de su proyecto de vida, había comenzado a trabajar en una empresa inmobiliaria, y a estudiar al mismo tiempo la carrera que tanto le gustaba, Contador Auditor.
Luego salí del hospital y me llevó a la casa de los suegros, que tenían sin ocupar, y nos la arrendaron mientras Jorge encontraba la definitiva.
En una oportunidad fuí invitado a la ceremonia de Aniversario de la fundación de la Compañía en que mi hermano estaba, y había entrega de medallas por antigüedad, y una que el locutor jefe de ceremonia presentaba:
"MEDALLA AL MÉRITO Y ESPÍRITU DE SACRIFICIO OTORGADA AL VOLUNTARIO JORGE ALDUNATE BARRIENTEOS, HACE ENTREGA DE ESTE GALARDÓN SU HERMANO FELIPE ALDUNATE BARRIENTOS".
La verdad es que no me esperaba, y sentí gran orgullo y emoción al salir frente a todos los presentes a poner esa medalla que mi hermano bombero luciría en su uniforme y en su memoria, Me dio que pensar y cambiar mi egoísta personalidad, al sentir como sus compañeros lo homenajeaban con abrazos y el respeto que se tienen entre ellos.
Mi hermano Jorge me entregó un formulario de ingreso con una nota que decía: "Quiero que estés conmigo, para engrandecer aún más esta Institución". Bien, llené el formulario, y luego se acercó diciéndome que Magdalena había llenado la solicitud para ingresar a la rama femenina de la Institución.