“LA LLAMA DEL SERVICIO ESTÁ EN NUESTRO CORAZÓN”
Mención Honrosa del Tercer Nivel
Autor: Renato Sandoval González
Edad: 15 años
Colegio: Liceo Isidora Ramos
Curso: Segundo año Educación Media
Comuna: Lebu
Región: Octava Región
* * *
Camino a su casa, Juan Cuevas Salazar, un respetable hombre de 30 años, destacado bombero de la Segunda Compañía de Bomberos de la ciudad de Lebu, meditaba sobre el regalo que iba a comprarle a su futuro hijo Felipe, que estaba en fechas de nacer.
Juan tenía pensado regalarle una tenida de ropa, pero finalmente se decidió por regalarle un camión, ya que este regalo le duraría más tiempo y podría ocuparlo cuando fuera más grande, en cambio la tenida de ropa sólo le duraría unas semanas, ya que los bebés crecen rápidamente. Éste regalo lo pasó a comprar a una tienda ubicada en su trayecto, para que nunca le faltara entretención a su hijo.
Al llegar a su casa, después de una reunión de su Compañía de Bomberos, Juan conversaba seriamente con su esposa Josefina para organizarse bien cómo iban a cuidar a su pequeño hijo, ya que Josefina trabajaba de profesora diferencial en una prestigiosa escuela en la comuna de Lebu, lo cual la mantenía con una extensa jornada de trabajo durante la mayor parte del día.
Juan tenía claro que debía abandonar por un tiempo su riesgoso trabajo de bombero para así tener más tiempo que dedicarle a su hijo que estaba a punto de nacer, ya que si Josefina dejaba su trabajo, no podría costear los serios gastos que implican tener un hijo, además de los gastos propios de la mantención de su vivienda.
Después de unas largas horas de conversación, Juan tomó una muy seria decisión, la cual era que abandonaría el Cuerpo de Bomberos para tener más tiempo para cuidar a su hijo. Esto lo tenía muy apenado, ya que había dedicado gran parte de su vida al servicio de la comunidad como bombero. Desde los 12 años que participaba como voluntario de la Segunda Compañía de Bomberos y hasta el tiempo que pudiera lo seguiría haciendo, a lo cual el destino le jugó una mala pasada, impidiéndole seguir en su amada labor de servicio.
A tempranas horas del otro día, mientras Juan tomaba desayuno, Josefina empezó a sentir fuertes contracciones producto de su embarazo que se iban intensificando con el pasar de los minutos, que significarían que su bebé estaba pronto a nacer, lo que causó que Juan la llevara de urgencia al hospital más cercano. Allí Josefina tuvo que esperar durante varias horas, ya que como toda mujer Josefina tenía que dilatarse para entonces así poder comenzar el duro trabajo de dar a luz a su esperado bebé.
Mientras tanto, Juan, impaciente por su hijo, se paseaba por toda la sala de espera comiéndose las uñas de las manos para mantener la paciencia que poco a poco perdía, cuando de repente escuchó la sirena de incendios que se escuchaba cerca del hospital, su corazón empezó a palpitar agitadamente y sus ansias de servicio afloraron en todo su cuerpo, pero a la vez tuvo sentimientos contradictorios, ya que no podía dejar de lado a su
hijo que estaba a punto de nacer, Juan pensó en que lo podían necesitar para ayudar a combatir el incendio y no pudo aguantar más, se dirigió hacia el lugar que se estaba incendiando dejando a su esposa en el hospital.
Al llegar a este lugar que no estaba tan lejos del hospital, se encontró con gran parte de sus antiguos compañeros de trabajo, lo que le causó mucha alegría y felicidad. Pero sin embargo con la misma valentía y agilidad que lo caracterizaba, combatió el siniestro hasta que este se extinguiera. Fueron tres interminables horas las que duró el incendio, que gracias a la intensa acción de las cuatro Compañías de Bomberos juntas de la comuna lograron apagarlo.
Al finalizar este hecho, Juan se dirigió rápidamente al hospital donde había quedado su esposa esperando el momento preciso para tener a su hijo. Al llegar allá fue demasiado tarde, ya que Josefina ya había dado a luz a su hijo Felipe y ésta esperaba impaciente a su esposo para que conociera a su primogénito. Josefina estaba bastante molesta con Juan porque éste había desaparecido justo en el momento que más lo necesitaba, en el momento más importante y maravilloso de su vida, pero con la emoción y amor que sentía Josefina en ese momento no le dio más vueltas al asunto. Juan, al contemplar las hermosas facciones que tenía su hijo Felipe, el cual se parecía bastante a él en la mirada y en la sonrisa, no aguantó las ganas de llorar, y rápidamente estalló en sollozos disculpándose con éste por no haber estado en el momento en que nació y conoció por primera vez el mundo.
Al día siguiente, mientras Felipe dormía plácidamente, Juan se disculpó con Josefina por salir sorpresivamente del hospital mientras ella daba a luz a su hijo. Juan le dijo a Josefina que lo de ser bombero lo llevaba en la sangre y no podía evitar ese hermoso sentimiento que le afloraba cada vez que apagaba un incendio o realizaba alguna ayuda a la comunidad. Josefina entendió sus sinceras palabras y llorando emocionadamente, le dio un fuerte abrazo a Juan, a lo cual este también le brindó uno a Josefina, terminando los dos en una emotiva reconciliación.