“DE ÁNGEL A BOMBERO DE CHILE”
Primer Lugar del Tercer Nivel
Autor: Pedro Tapia
Edad: 14 años.
Colegio: Liceo “Ruiz Tagle”
Curso: Primer año Educación Media
Comuna: Estación Central
Región: Metropolitana.
* * *
A través de los años, de nuestras vidas, de nuestra existencia, se ha conocido la historia de la humanidad, del mundo, sólo desde un punto de vista; el de nuestros pares, de nuestros libros, que la han reconstruido cientos de veces a partir de mentiras, de ilusiones, de sueños infundados; es por esto que hoy cuento la verdad, la legítima historia del mundo, de nuestra tierra, de cómo se formó, se creó, de quién la creó, de cómo nos convertimos en lo que somos, de cómo y quién se encarga de conservar el amor, la solidaridad aún en nuestros tiempos, etc. Esta es la verdad.
Hace muchísimo tiempo, un ser infinito de amor y creatividad decidió que no quería estar más solo, no tenía donde vivir ya que en su hogar se habían olvidado de él ya no lo necesitaban, ya no lo recordaban, no lo querían y lo único que él anhelaba era compartir su amor con los demás, así que tomó sus cosas y partió lejos de allí. Tomando algunas piedras del espacio, las amoldó de tal forma que su casa quedó girando en torno al sol que tanto le gustaba. Concluido esto, llamó a su nuevo hogar “Tierra”, ya que este era el color de las rocas que lo formaban , pero aún se encontraba solo, así es que decidió acondicionarla y embellecerla de la mejor forma posible para que su nueva familia se sintiera cómoda y feliz junto a él y para concretarlo debía crear a los encargados de dicha tarea. Como él todo lo podía, los creó, y fueron 4 los elementos que tenían la tarea de terminar la construcción de la Tierra, cuatro hermosos elementos que se encargarían de dicha labor.
El primero de ellos se llamaba “Aire”, el cual era delicado, fino, sutil, casi no se percibía, pero sin él era imposible concretar algo. El segundo era la “Tierra”. Se llamaba igual que su hogar ya que su color era similar al de esta; el tercero era el “Agua”, un ser de carácter muy débil, gentil, pero en extremo tímido y cobarde; juntos los tres, se encargaban de que de que la Tierra se cubriera de plantas, flores, árboles, en fin, debían hermosearla tal como el creador lo dispuso.
El cuarto ser, aunque no por esto menos importante, era un poco difícil de escribir, su nombre era “Fuego”, de carácter temperamental, fuerte, dominante, trabajaba apartado de sus pares, ya que con una mínima provocación se alteraba y lo destruía todo. Ayudaba a fundir las rocas y se encargaba de las labores bruscas en la Tierra, pero hay que reconocer que, a pesar de su carácter, era el ser más hermoso de los cuatro, atraía y embrujaba con su calor y fiereza.
Bien, mientras tanto, el dueño de casa que no podía habitar la Tierra baja, por estar en construcción, creó su hogar en cielo, rodeado de nubes grandes y bonitas. Desde allí podría ver todo lo que ocurría abajo, fue en este lugar donde comenzó a formar a su familia. Creó primero los animales; variados, bellos y con un alma cristalina. Luego creó a otro tipo de criaturas semejantes a él y los llamó hombres, tendrían la facultad de pensar, pero su alma era un poco corrompible.
Creó también a unos seres a quienes llamó ángeles, se parecerían a él tanto física como espiritualmente, su alma era de una pureza incomparable; sabios y hermosos, les concedió casi tantas facultades como él tenía, entre ellas la de repartir amor, seguridad y sabiduría a los hombres, les dio la capacidad física necesaria para enfrentarse a todo, por eso fueron sus hijos más queridos quedándose junto a él en la Tierra alta, en el palacio de nubes, ellos eran sus ojos. Uno de ellos preguntó una vez que como le llamarían, él contestó que simplemente lo llamasen Padre.
Mientras tanto, en la baja tierra, un sitio ya estaba listo para ser poblado, su nombre era Chile, se encontraba en un extremo de la Tierra, era un sitio hermoso; nieve, montañas, mar, desierto, valles, todo habitad variado para que los hombres y animales eligiesen donde vivir.
Mientras la población creciera tenía que extenderse la creación, por ende, los elementos tenían que trabajar arduamente para terminarla pronto, pero aún existían las antiguas disputas entre ellos. Aire, Tierra y Agua trabajaban en armonía, mientras que el Fuego comenzaba a aburrirse de todo. Quería ser reconocido y admirado por su belleza, por su poder, estaba aburrido de hacer siempre lo mismo y de obedecer al Padre. Es así como una noche oscura, decidió apartarse de sus pares y no escuchando las advertencias del Padre, el cual no le permitía acercarse a los hombres, partió rumbo a Chile, en donde se encontraban todos.
Llegó imponente, hermoso, iluminando todo; los animales, presintiendo las malas intenciones de éste, huyeron espantados, pero el hombre de alma corruptible, inmediatamente se sintió atraído por su hermosura. El Fuego generó admiración, era idolatrado, como él ansiaba, se sintió incluso superior al Padre que le dio la vida, así que optó por quedarse junto a ellos. Poco a poco, el hombre fue encantándose más con el Fuego, podía controlar elementos tan ajenos a él como el hierro que antes le era imposible, creó las armas y con eso matar a los animales, a sus hermanos y comer la carne; podía matar incluso a uno de ellos, se sentía poderoso, se convirtió en una bestia que olvidó a su Padre y los buenos valores que les había enseñado. El alma corrupta del hombre se fue tornando más y más gris, ya no hablaban con su Padre, se preocupaban de ellos mismos, de su propio bienestar, ya ni siquiera del Fuego se acordaban, sólo lo utilizaban a su antojo. Éste, al percatarse de lo que ocurría, decidió terminar con todo de una vez y haciendo gloria de su carácter, incendió todo lo que tenía a su paso; Chile, el hogar de los hombres, estaba cubierto en llamas; los hombres desesperados se acordaron de su Padre y le suplicaron ayuda, éste escuchó las plegarias y se dio cuenta de lo que había ocurrido en la Tierra. En su hogar reinaba nuevamente el caos, los hombres a quienes creó a su imagen y semejanza se habían olvidado de él y el elemento creador se había convertido en un ser de destrucción; la ira, el llanto, el miedo reinaban en su hogar. Había fracasado en su intento de formar una familia, se sentía muy triste, pero esta vez no abandonaría su hogar, por el contrario, intentaría salvarlo. Es así como prefirió quedar en soledad con que los ángeles hijos más queridos de éste estuvieran junto a los hombres para cuidarlos, aconsejarlos y salvarlos en todo momento. Bajarían a la Tierra primero para combatir y calmar al fuego y, posteriormente, para ayudar a la reconstrucción de su hogar, también acompañarían al hombre en todo momento y les transmitirían nuevamente los valores que el Padre de todos en un principio enseñó a sus hijos, es decir, el amor por la vida, por el prójimo, por su hogar. Le enseñarían a convivir en armonía con el fuego, a no embobarse con él y a tratarlo con respeto, ellos los protegerían día y noche, lo socorrerían cuando estuviesen en peligro, les ayudarían en todo momento, en todos los ámbitos serían la imagen concreta y cercana del Padre en la Tierra. Este, para ayudarlo, le otorgó al Agua el poder de apagar el poderoso Fuego, es así como ésta pasó de ser un elemento débil y temeroso a ser el más fuerte de los
cuatro, se convirtió en el aliado más cercano a los ángeles de Dios, ahora llamados “Bomberos”.
Combatieron día tras día al Fuego en Chile. Valientemente, socorrieron a los hombres que los necesitaban y ante la superioridad de los hombres y el Agua, el Fuego se rindió. El Padre lo confinó a las profundidades de la Tierra sin que molestase a nadie.
Desde ese día, los Bomberos de Chile acompañaron en todo momento a los hombres, los protegieron y ayudaron con el amor de ellos y del Padre para con la humanidad.
Los elementos terminaron de construir la Tierra y con eso, nuevos lugares se habrían paso para que hombres y animales los habitaran, a su lado siempre protegiéndolos el Bombero.
Hoy en día sabemos que el Fuego sigue apareciendo, que el alma corrupta del hombre nuevamente se ha aliado con él, que gracias a esto ha logrado construir las más terribles armas y con ello sembrar el terror, que se ha olvidado de sus valores y lo que es peor de su propio Padre, pero aún así sabemos con certeza que él nos cuida y nos sigue amando, ya que en cada comuna, en cada barrio, en cada nación están con nosotros seres venidos desde su lado, ángeles de la guarda de carne y hueso, los hijos queridos de Dios que nos acompañan y protegen día a día y los únicos capaces de hacerle frente al poderoso Fuego. Me refiero por supuesto a los Bomberos... Así es que cuando veas a uno de ellos, acuérdate de que estás mirando los ojos de nuestro Padre, los ojos de Dios.