“EN EL LÍMITE DE LO DESCONOCIDO”
Segundo Lugar del Primer Nivel
Autor: Leonardo Torres
Colegio: Liceo “Virginio Arias”
Curso: Sexto año Educación Básica
Comuna: Ranquil
Región: Octava del Bío- Bío.
* * *
Caía la tarde de un frío día de otoño. Maritza se aprestaba tomar el té con su familia,
al tierno calor de una estufa, cuando de pronto desgarra el silencio el estrépito de sirena de
bomberos. Para Maritza, era el deber que la llamaba, con la prisa de la urgencia corrió a
cumplir con el deber sagrado de todo voluntario. La emergencia era grave, se estaba
incendiando una casa. Ella, mientras el carro corría hacia el lugar del incendio, se vestía
convirtiéndose en un Bombero, bajó del carro y a toda prisa corrió tirando mangueras, el
agua de pronto empezó a salir de las mangueras, y en eso estaban cuando se escuchó el
grito desesperado de una mujer.
- Mi hijo está adentro, no pudo salir.
A Maritza se le vio correr hacia la casa, desapareció por entre el humo y minutos después
salió un pequeño empujado hacia fuera. Detrás de él se vio la figura de la muchacha, pero
cuando salía cedió el techo y cayó sobre ella. Sus compañeros corrieron en su auxilio,
aunque a toda prisa no pudieron evitar que Maritza quedara gravemente herida.
- Una ambulancia – gritaban algunos.
- Un médico –otros.
La ambulancia llegó rápidamente y comenzó una loca carrera para salvar a la muchacha.
Inútil. Cuadras antes de llegar al hospital, Maritza dejó de existir.
- Qué pena, era tan jovencita –comentó el paramédico, mientras la tapaba con la sábana.
Sus compañeros, al controlar el siniestro, fueron a saber cómo estaba. Grande fue su
sorpresa al saber que Maritza ya no estaba con ellos. No lo podían creer. Su compañera
había muerto, era una pena. Con grandes honores fue sepultada, sus amigos y familiares la
lloraron.
La Compañía tuvo que salir a una nueva emergencia. Un trabajador había quedado atrapado
en un pique de una mina, se turnaban las Compañías en los trabajos de rescate del
trabajador, tres días iban de arduo trabajo, cuando por fin lograron sacar al trabajador.
- ¿Cómo se encuentra?
- Bien, la Bombera que estaba conmigo me ayudó mucho, su juventud y valor me dieron
fuerzas para aguantar estos tres días.
- Pero... ¿qué dice? ¿a qué Bombera se refiere? Usted estaba solo allí.
- No es así porque, después del derrumbe, ella llegó y me dijo que no tuviera miedo porque
pronto sus compañeros me sacarían.
El Bombero que lo examinaba lo miró extrañado, y tocó su frente, tal vez pensando que el
hombre sufría de delirio.
- ¿Me dice que con usted había un Bombero?
- No un bombero, sino una Bombera. Ella me acompañó todo el tiempo que estuve en
el pique.
- ¿Pero cómo entró esa Voluntaria?
- No lo sé.
- ¿Por qué no lo sacó? Si ella pudo entrar, también tiene que haber podido salir. Creo
que lo imaginó, no se avergüence, la soledad, el miedo, pueden interferir con la
realidad.
- Es muy cierto lo que usted dice, pero yo estuve allí dentro.
- Mi Capitán- llamó al bombero superior.
- Mi Capitán, por favor ayúdeme
- ¿Qué es lo que pasa?
- El señor insiste en que con él estuvo todo el tiempo una Voluntaria. - el Capitán, un
poco desconcertado, lo miró también pensando que, por el encierro, del hombre
deliraba.
- Señor, eso es imposible. Al entrar, la única persona que estaba dentro de la mina era
usted, y mucho menos una Bombera, ya que nosotros fuimos la primera Compañía
que llegó después de la alarma, y eso fue unos 20 minutos después de ocurrido el
derrumbe y empezamos a trabajar en la boca de la mina. Otra cosa: la mina no tiene
ninguna otra entrada, así es que, como ve usted, lo que dice es imposible.
- Bueno, si lo que dice usted es cierto, ¿quién estuvo conmigo durante 3 días, quién
me dio agua, quién era esa muchacha de lindos ojos de una carita de ángel, quién es
entonces Maritza, porque así decía su uniforme?
Estas palabras fueron como un portazo en plena cara, teniendo en cuenta que Maritza
era Voluntaria de la misma Compañía que ellos. Sin ninguna cosa, dando la apariencia de
dar por terminado el tema, colocaron al hombre en la ambulancia, y dando por terminado el
trabajo, se devolvieron al cuartel.
El comentario fue como en secreto, algunos lo supieron, en ningún momento se dijo que
no se comentara, pero todos lo guardaron como un tesoro. Tres días más tarde, se declara
un gran incendio en un edificio de ocho pisos. Hay gente atrapada en los pisos superiores y
los voluntarios entran a sacar a aquellas personas que estaban atrapadas. Cinco voluntarios
más el Capitán estaba en el séptimo piso el humo los encerró contra el fuego al parecer para
ellos no había escapatoria. Del medio del humo aparece un silueta, es una bombera que los
llama.
- Vengan, por aquí, por aquí
- ¿Quién es? ¿De donde salió?
De donde ella estaba, se abrió un espacio dentro del cual el humo dejó un pasadizo. Por ahí
salieron, pero el peligro no terminaba: al abrir una puerta donde deberían llegar a las
escaleras, salió una gran llama de fuego. La desesperación los estaba agobiando, salió de
dentro de la oscuridad nuevamente la imagen de la voluntaria.
- Vengan por aquí
- ¿Quién eres?- pregunto el Capitán - ¿A que Compañía perteneces?
Pero al mirar a la luz de las llamas en el casco de divisa el número de la Compañía: era de
su compañía y uno de los voluntarios la llama Maritza
- No se entretengan. Esta es la única salida: La siguieron, sin decir palabras. Al llegar
a una ventana, la Voluntaria les mostró la escala mecánica de un camión
portaescala.
- Ven con nosotros, es peligroso que te quedes aquí, Voluntaria.
- No, Capitán, yo vuelvo a mi cuartel, me autorizaron sólo para venir a mostrarle el
camino de salida.
- Pero, ¿de qué cuartel me habla, Voluntaria?
- Veo que todavía no me entiende mi Capitán.
- Sí, entiendo, Maritza, te veré de nuevo
- Siempre que estén en peligro, o haya una emergencia, yo acompañaré a mi
Compañía, mi Capitán.
Desde ese día, en la lista de salida a emergencia se nombra a Maritza Venegas V. Y en
ellas, Maritza siempre aparece como presente.
* * *