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Estampillas
“SALVANDO A LOS SIETE EXPLORADORES”
Primer Lugar del Primer Nivel
Autor: Ariki Tiare Nui
Edad: 12 años.
Colegio: Liceo “Lorenzo Baeza Vega”
Curso: Quinto Año “B” Educación Básica
Comuna: Isla de Pascua
Región: Quinta de Valparaíso.
* * *


Dos niños. Mientras sus pies colgaban desde donde estaban sentados, el más
pequeño de ellos, Abraham, observó que el sol atravesaba sobre un resto de vidrio, un hilo
casi invisible de humo se desvanecía, mientras se elevaba. De un brinco saltó, como quien
se pincha el trasero, y de alegría, invitaba a su hermano Fabián a jugar con la historia que
escuchó el día anterior a los adultos.

En el sector de AHU AKIVI, viven dos varuas (fantasmas), Vai Reka y Vai Toiri.
Estos cuidan a los siete moais, que se encuentran al centro de la Isla, los cuales representan
a los exploradores enviados por nuestros antepasados. Los dos varuas se pasean velando, de
noche y de día, sólo se aparecen a aquel que se atreva a hacerle daño a estas monumentales
estatuas. Así transcurre el tiempo para ellos, sin saber lo que el futuro les deparaba.
Mientras estos dos varuas, conversaban sobre los viejos tiempos, vieron que desde
el horizonte oeste, se aproximaba una ola gigante de fuego, con terror vieron que el AHU
estaba rodeado de malezas y arbustos de guayaba y que, aunque no estaban cerca del AHU,
esa bola de fuego ocasionaría muchos daños. Invadidos por el terror de no poder salvar el
AHU, recordaron que el día anterior una niña, llamaba Ariki, les contaba a los moais el
orgullo que era para ella tener un papá Bombero. Con ese recuerdo, tomaron la decisión de
buscar en el pueblo a los Bomberos para solicitar su ayuda. Entonces, se acordaron que
ellos no podían salir del perímetro del AHU, pues sus almas estaban destinadas al lugar y
sobre ellos caería una maldición si se atrevían a salir del lugar. Como ellos eran respetuosos
de las tradiciones ancestrales, cuestionaron mucho la decisión, pero al ver que el fuego
avanzaba, uno de ellos, Vai Toiri, decide ir en busca de ayuda. Le pide a Vai Reka que, de
no volverse a ver, él, desde donde estuviese, siempre lo iba acompañar, mas allá de las
tradiciones de los ancestros, pues entre ellos había nacido una gran amistad.
El varua Vai Toiri se alejó, se alejó y se alejó hasta desaparecer ...
Vai Toiri, cuando llegó al pueblo, no podía creer lo que ante sus ojos se presentaba.
Una gran tribu, todo era tan diferente. Desde que dejó el mundo de la carne para vivir en el
mundo de los fantasma. Pensó en que le hubiese gustado que el varua Vaia Reka lo
acompañase en esta aventura.

Buscó por doquier a la niña Ariki, y el tiempo era apremiante, su vida ya no
importaba, se detuvo frente a unos carros para pensar y ve unas palabras en la lengua rapa
nui, “tagata ki te mati te ahí”. Su alegría no podía ser mayor, no había tiempo de
expresiones, fue acercándose, y divisó a la niña que jugaba rodeado de otros niños,
entonces se acercó a ella y se le apareció, sin darle ocasión para asustarse ni formular
pregunta, comprendió sin más al pobre varua. La niña, sin decir con respecto al varua, le
dijo a su papá lo del incendio en al AHU. Él, aunque dudó por un momento de su hija,
decidió dar aviso de alarma. Los voluntarios de turno llegaron de inmediato al cuartel,
donde realizaron sus deberes. Entonces, el fantasma estaba sorprendido de las cosas que por
ojos pasaban: lo bien organizado, que un grupo de personas llegaran con el sonido de un
aparato, cambiarse de ropa, que era de otra dimensión, luego con la precipitación se
subieron a los carros y partieron rumbo al lugar donde había señalado el papá de Ariki. El
fantasma estaba tan preocupado de su AHU, aun cuando veía que los vehículos volaban por
las calles acompañados de las sirenas, que eran aviso de que los bomberos estaban en
acción. El fantasma, estando sobre uno de los carros, no se dio cuenta de que él se estaba
dejando ver, y la gente del pueblo que los veía pasar, notaron su presencia, y fueron
haciendo una caravana, pues si un fantasma se apareció, era que algo grande estaba
sucediendo.

Al llegar al AHU AKIVI, al fuego sólo le faltaban unos centímetros para acercarse a
la plataforma. Los Bomberos comprendieron que no había tiempo para nada, era tan
importante que no le sucediera nada a los 7 moais. El fuego ocasionaría una erosión mayor
en la piedra, y esta podría desmoronarse. Las personas que formaron una caravana al seguir
a los carros, saltaron de sus vehículos y sacando e improvisando herramientas, ayudaban a
retroceder el gigantesco incendio. Después de luchar unos buenos minutos con el fuego, lo
vencieron, pues mientras la gente del pueblo trabajaba, le cantaban a la lluvia, y esta
apareció, haciendo que el fuego no ocasionara daños en el lugar, ni que fuera avanzando a
otros lugares arqueológicos.

Una vez que todo estuvo completamente apagado, apareció el sol, las personas se
abrazaron de alegría, y los dos fantasmas saltaban de contentos y observaban las escenas
con mucha emoción, pues comprendieron que no sólo ellos se preocupaban de los 7
exploradores; también estaban la comunidad, rapa nui, mestizos, continentales, y turistas.
Haber salvado a los 7 exploradores fue una alegría y una enseñanza para todos. Nunca más
dejarían que los lugares de mayor importancia estuvieran rodeados con malezas ni
despreocupados. Todas las personas que se presentaron se hicieron bombero.
Esta es la historia de una niña que con su sentimiento de enorme orgullo, de ser hija
de un valiente Bombero, y de los vauas Vai Toiri y Vai Reka, quienes pudieron conocer a
las personas que trabajaban por ayudar a los demás.
Los dos niños que dan inicio a esta historia juegan a los pies de dos árboles grandes
de haia, haciendo el rol de dos orgullosos Bomberos que salvaron a los 7 exploradores de
RAPA NUI.