HISTORIA DE NIEVE, VIENTO Y SENTIMIENTOS
SEGUNDO LUGAR - I NIVEL
Constanza Herrera Gómez
11 años
6º Básico , Escuela Manuel Bulnes, Punta Arenas
“V Concurso Nacional Escolar de Pintura y Cuentos, Bomberos de Chile". 2002
Esto que les voy a contar no escapa mucho a la realidad que sucede con nuestros bomberos en Chile, pero más duro se vuelve cuando también el clima adverso es un obstáculo para que ellos cumplan su "deber". Antes, debo contarles que vivo en la ciudad más linda del planeta, donde habita el viento y la nieve. Mi casa se ubica en un tranquilo sector de la cuidad. Mis vecinos, al igual que la mayoría de acá, es gente de bien y muy cariñosa, claro que hay excepciones, sobre todo con un señor que vive justo al frente de mi casa al que llamaré "don Juan". Él es una persona sola, al parecer sin amigos ni parientes, pues nadie lo visita, ni el cartero puede tocar su puerta, ya que sus dos grandes perros lo impiden; no saluda a nadie, ni siquiera cuando nos encontramos barriendo la nieve o sacando el aseo. Bueno, él es así.
Sucede que un día hubo suspensión de clases, cayó una gran nevada que impedía trabajar e ir a clases con regularidad, pero mi mamá debía hacer unos depósitos en el banco y la acompañamos con mi hermano. Ese día fue un día distinto, pocas personas transitaban en las calles, muy pocos vehículos, y la nieve seguía cayendo. En la radio se pedía que si no era necesario no se saliera a la calle y debíamos tener mucha cautela con los calefactores en las casas, pues como las temperaturas eran tan bajas, la calefacción suele subirse y se podían producir accidentes. A lo lejos, se sentían los vehículos de la Municipalidad y en los peldaños hacia la primera entrada del banco, divisamos a unos bomberos que humildemente pedían la colaboración para que les comprasen boletos de bingo que se realizaría esa semana y nos explicaron, mientras mamá les compraba, que era para la renovación de materiales, sobre todo de sus uniformes, y tristemente nos dimos cuenta que así era, ya que su chaqueta y su pantalón ya no eran del color negro intenso que alguna vez tuvieron, pero ellos muy orgullosos con una sonrisa seguían intentando vender. Algunas personas pasaban juntos a ellos sin siquiera mirarlos, como que no existían, otros dulcemente, sobre todo las señoras, les decían que no tenían dinero. Ya dentro del banco con mi hermano nos dedicamos a observar a los clientes del banco y hacíamos comentarios de ellos, cuando de entre aquellos que venían al banco divisamos a don Juan y nos acercamos a la puerta, no sin antes apostar con mi hermano un paquete de galletas a que él no compraría bingo. Claro que lo que escuchamos nos impactó y aún recordándolo me parece increíble.
Un bombero se acercó a don Juan (en su uniforme se leía "Teniente Gómez") y con gentileza le pidió su cooperación, él le replica que lo deje tranquilo que cómo se le ocurre molestar a la gente, que debería estar trabajando no mendigando y que los bomberos pedían y pedían y él no obtenía jamás un beneficio de ellos, e incluso le dijo que esos sorteos de bingo estaban todos "arreglados" y los premios se los repartían entre ellos mismos. Los que presenciamos esto nos apenamos y nos dio mucha rabia. Hubiéramos querido que ese bombero le dijera un montón de cosas, esas mismas que estaban en nuestras cabezas, pero para nuestra sorpresa sólo dio un paso al lado y le dejó pasar.
Mientras corríamos a encontrar a mamá y contarle lo que pasó, sentimos el ulular de las sirenas de los bomberos, y los "hombres de fuego" que estaban allí en el banco ya no se encontraban, habían corrido quizás a su cuartel a ver la emergencia.
Cuando faltaba poco para llegar de vuelta a casa, el corazón nos dio vuelta al ver que las bombas dificultosamente llegaban hacia nuestra cuadra, nos bajamos de la micro y corrimos pensando que probablemente era nuestra casa, pero nuestra sorpresa fue más grande cuando vimos que las llamas salían de la casa del vecino de al frente, sabiendo que no había nadie sólo estaban su perros, se empezó a juntar gente, cuando de entre ellos salió don Juan, quien con lágrimas suplicaba que le salvaran a sus mascotas. El humo se confundía con el aullar de los perros, los bomberos saltaron las rejas y así, con el poco de agua que salía de las mangueras, intentar apagar el incendio. Y vimos a un valiente bombero esquivando las llamas saliendo de la ardiente casa con las mascotas de don Juan, que muy asustadas sólo gemían y lloraban. Impactante fue darnos cuenta de que el bombero al encontrarse cara a cara con don Juan para entregarle en sus brazos sus perritos era el mismo que insultó en el banco... "QUÉ LECCIÓN MÁS GRANDE". Quedé sin palabras al tratar de interpretar a don Juan, un hombre que en segundos cambió su forma de ver la vida y también a nosotros.
Esta vez nadie salió herido. Solo sé que todos cambiamos. Cada vez que tengo oportunidad cuento esto.
Llegada la noche, ya sola en mi habitación, me puse a pensar en el trabajo de los bomberos. Primero, quise saber el significado de la palabra y el diccionario me dice fríamente "es el individuo que trabaja apagando incendios"...¿quién podrá responderme?... Sólo los que pueden ver el alma.
Ser bombero, aparte de ser especial, debe ser alguien extraordinario, que amanezca pensando en ayudar a los demás, pues ellos no tan sólo apagan incendios, también ayudan en los accidentes. Es una entrega permanente, constante, perfeccionista, que al pasar el tiempo aumenta y se concreta con su accionar. Ser valiente y audaz, tener algo de héroe, ser sensible ante el sufrimiento y rudo ante los problemas.
Alguien así sólo salió de la mano de Dios.