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Estampillas
SUPERHÉROES
PRIMER LUGAR - I NIVEL
Ignacio Monjes Valdés ,
10 Años
5º Básico, Colegio Amelia Troncoso, Linares
“V Concurso Nacional Escolar de Pintura y Cuentos, Bomberos de Chile". 2002

Romualdo admiraba a los bomberos, su uniforme, los botones dorados, la gorra, sus carrobombas, la sirena tan fuerte que tocaba cuando ocurría un accidente o un incendio. Él decía que hacían esas cosas para que la gente los admirara, para sobresalir como superhombres, porque se subían a una escalera muy alta para rescatar a alguien en el piso más alto de un edificio e incluso a veces para sacar a un perrito. También se lucían en un desfile o haciendo ejercicios pasando por debajo de un chorro grande de agua o llamas ardiendo. 

Los bomberos eran para el niño como Superman, Batman o el Hombre Araña, soñaba con ellos con capa y poderes sobrenaturales o magia.

Un día estando en el colegio, supo que el papá de un compañero era bombero y quiso conocerlo. Muy emocionado, buscó la manera de ir a la casa de Hugo, el compañero de puesto de Bernardita, al que se le hacía muy difícil aprender las matemáticas y pensó, extrañado "qué raro que su papá sea un bombero, él debería ayudarlo y se supone que su hijo también tendría superpoderes".

Cuando por fin consiguió ir a la casa de Hugo a dejar una tarea, aprovechando que el niño estaba enfermo, quiso saber si su papá estaba ahí o tal vez andaba rescatando a alguien. Pero su compañero le dijo que estaba trabajando y que no llegaba hasta muy tarde porque tenía muchas cosas que reparar. 

¿Muchas cosas que reparar? "-se dijo Romualdo- ¿Tal vez un edificio que se destruyó o un río que se salió y arrasó con muchas cosas? Se imaginaba cosas grandiosas, que solo un Superhéroe podría arreglar. También le llamó mucho la atención que la casa de Hugo fuera un poco pobre, pequeña, algo dañada, le hacía falta pintura, no tenía televisión en su pieza y hasta le faltaba un videojuego. No parecía la casa de un superhéroe.

Conversando y jugando se pasó el tiempo y Romualdo se quedó a tomar onces con la familia de su compañero, hasta la hora en que llego el papá, don Raúl. Emocionado, al sentir que se abría la puerta, Romualdo pensaba ver a este bombero magnífico y con botas, uniforme y casi creía que llegaría volando.

¡Pobre niño! Se sintió muy triste al ver a don Raúl, bajito, con muchas canas, vestido como cualquier hombre y tosiendo, quejándose de dolor en la garganta. Al darle la mano le preguntó "¿es verdad que usted es bombero?"-"claro hijo, cuando toca la sirena acudo al cuartel y vamos en ayuda de la gente" - Muy pensativo, Romualdo le dijo que no entendía cómo podía ser un superhéroe.

Todos se rieron en la casa y don Raúl le explicó que un bombero es una persona común y corriente que fuera de tener su trabajo (él era electricista) hacía labores de ayuda, sin una paga en dinero, pero que los llenaba de satisfacciones y orgullo porque sentían que el mundo no podría funcionar sólo con cosas materiales, sino que también con amor. 

Siguió hablándole mucho rato, explicándole en qué consistía su trabajo como bombero. Romualdo estaba maravillado. 

Un hombre común y corriente que a pesar de tener miedo, se atreve; a pesar de trabajar hasta tarde, puede ir apagar un incendio o rescatar a personas de un accidente automovilístico. Le pareció genial que sin volar o adivinar pudiera ayudar también a los demás. ¡Y no era inmortal! Podía morir mientras se arriesgaba para salvar a alguien.

A pesar de haber creído que era un superhéroe, no se sentía desilusionado, se dio cuenta de que no hacían esas cosas para sobresalir sino que por amor al prójimo. ¡Qué magníficos son los bomberos!