"El Chureja"
PRIMER PREMIO- II NIVEL (7°-8° BASICO)
Francesca Carú Canihuante
Colegio Pablo Neruda, Tocopilla, (II Región)
“III Concurso Nacional Escolar de Pintura y Cuentos, Bomberos de Chile". 2000
Tenía como 4 ó 5 años creo, cuando entraba de la mano de mi padre al cuartel, íbamos todas las noches, y los domingos todo el día. Veía a los camiones como dragones rojos, gigantes desde aquí abajo y esperaba a medio día para oír la paila sonar, junto a la reja, en la que todos los días estaba parado un chico joven, alto de pelo oscuro y crespo, con su casaca de cuadros negros y su radio en la cintura, siempre estaba allí sonriendo. Mis padres, los dos bomberos, lo saludaban de un palmetazo en el hombro y le llamaban "Chureja": "Suelta la reja que no se va a caer". Y así todo el tiempo, {el era parte de mi rutina, me tocaba el pelo y me decía que él también había llegado como yo, chico y con su papá que lo llevaba igual que el mío al cuartel a meternos el espíritu bomberil.
Un día de Agosto, no me acuerdo qué día, entré al cuartel buscando a mi amigo, y ya no estaba, lo busqué por todos lados y lo único que encontré fueron telones negros en la sala de máquinas, los camiones en el frontis del cuartel, a todos vestidos de gala y los estandartes afuera. Olía a flores, mi mamá con los ojos rojos y con cara de tristeza, todos estaban en silencio, no sabía qué pasaba, me hacían callar. Pronto llegó la noche y comenzamos a desfilar, la campana del cuartel y la paila sonaban juntas, las balizas de los camiones y no supe por qué me puse a llorar, se me apretó el pecho y de pronto comprendí que en ese ataúd de reluciente madera café también se iba parte de mí, que en ese nicho del mausoleo se estaba enterrando un sueño, mi modelo de vida. Cuando nuestro Superintendente habló, casi no le salían las palabras, y todos bajaron la cabeza llorando en silencio, cuando él dijo: Descansa en paz bombero chico bueno.
Ya soy aspirante, al fin hoy es mi primer día de capacitación, dicen mis padres que primero tengo que aprender, y estudiar mucho para ser un bombero profesional. Estoy nervioso, como en mi primer día de Kinder, ansioso con mis apuntes bajo el brazo, y el corazón lleno de esperanza. Hoy no me trae mi mamá. Es una puerta grande, de color blanco, con una placa dorada que dice "Sala de Capacitación" y más abajo otra en honor a un hombre joven, con un nombre que no conozco, otra placa dorada. Al fin se abren las puertas a la orden de mi instructor, me dolía el estómago y me temblaban las rodillas, no podía creer lo que veían mis ojos, en un lugar de honor de la pared, en un marco oscuro, la foto grande del "Chureja", mi amigo que un día de agosto perdí y ahora comprendo por qué en ese entierro sentí que me enterraban un poco de mí. Me dijo mi padre que no esté triste, pues adonde fue el Chureja iremos todos un día, al cuartel eterno del cielo, donde no existe el temor, donde no se ve el humo y no se escuchan quejidos de dolor, donde no hay fuego del que destruye y quema, sólo el fuego del amor de Dios.