Copyright 2015 © Todos los derechos reservados
Web Design PaginasWeb7pro.com
Email de Contacto: antologiabomberil@msn.com
                       
Estampillas
"Penaduras de Guardia Nocturna" 
PRIMER PREMIO- I NIVEL (5°-6° BASICO)
Rubén Antonio Ledesma Caniguante
Colegio Pablo Neruda, Tocopilla (II Región)
“III Concurso Nacional Escolar de Pintura y Cuentos, Bomberos de Chile". 2000
 
Estamos en pleno invierno, hace seis años que soy cadete y luego aspirante, ya cumplí 18 años y después de muchos cursos de capacitación, al fin soy Bombero Voluntario, mis sueños de tantos años hoy se hacen realidad, pronto seré paramédico, pues eso era lo que quería desde que era chico. El primer día que pisé el cuartel, sentí que tenía sed de servicio, hambre de sacrificio, que me dolieran las manos de tanto trabajar, que me falte el aliento, que me duela el dolor ajeno, como decía mi instructor: Al que no le afecta el dolor ajeno, ese no debe ser Bombero.
 
Hoy es mi primera guardia nocturna, siempre pensé cómo sería. Hace frío, somos ocho, dos en cada litera. Con mi equipo puesto, me recosté, mis compañeros ya viejos en esto, sólo lo dejaron en el suelo, bien alineados. En la oscuridad se veían sólo los reflectantes, todos se durmieron, menos yo, luchaba contra el sueño, no quería ni moverme para no despertar a nadie.
 
Son como las tres de la madrugada y ya no me aguanté, me levanté despacio y de pronto creí estar alucinando: Las balizas del Ford 56 giraron solas y salí corriendo al dormitorio, no quise despertarlos, para que no se rieran de mí. Sentía crujir el techo que daba con el segundo piso, muebles que se movían y pasos en la escalera que daba al patio. Fue la noche más larga de mi vida, estaba vuelto loco mirando el reloj; espantado y con la piel de gallina, con equipo y todo, me metí bajo la frazadas y me quedé quieto para que nadie se burlara de mí o me creyeran loco. Mis compañeros siguieron durmiendo sin inmutarse, como si no pasara nada.
 
Cuando comenzó a salir el sol, todos comenzaron a levantarse y a esperar el cambio de guardia, todos me preguntaban que cómo había pasado la noche y a todos les decía que bien, que sin problemas y que no me había enterado de nada. Me sentía culpable de no admitir que no había dormido ni un minuto, que era un Bombero cobarde, que quería servir a los demás, y que de puro miedo a las penaduras no pegué ni un ojo.
 
Me fui a la casa muerto de sueño, me bañé, me tomé un café y medio, desconfiado miré para todos lados, y me dormí como nunca había dormido, casi muerto y de corrido por varias horas.
 
Cuando me levanté, me sentí desilusionado de mi mismo; era un cobarde, no servía y se lo conté a mi padre, Bombero viejo con muchos años de servicio. Cuando terminó de oírme, se puso a reír, me sorprendí y creí que se estaba burlando. Me dijo: son almas de los Bomberos muertos, que amaron tanto este cuartel como tú y yo, como todos, que ni muertos han dejado las paredes donde vivieron y dejaron sus vidas; no debes temer, ellos nos protegen, es la fuerza de su amor que nos cuida en las guardias nocturnas, que vaga por nuestros casilleros y va con nosotros en los camiones.
 
Así me quedé más tranquilo y más cuando mis compañeros me confesaron que ellos habían sentido todo igual que yo, que ya estaban acostumbrados y que el día que no se oyera nada en las guardias nocturnas del cuartel, ya no sería lo mismo, nos sentiríamos solos y desamparados. Por eso, cuando hay guardia, yo soy el primero en ofrecerme, y cuando ya no esté en este mundo, estoy seguro de que seré parte de esas penaduras, de los que fueron como nosotros y que, después de muertos, siguen aquí firmes a nuestro ideal.